CINE I.S.O. BARRIO DE CAROLINAS DE ALICANTE - LORENZO GUARDIOLA
El cine I.S.O. (Instituto Social Obrero)
Barrio de Carolinas – Alicante
Alicante, una ciudad en expansión: El barrio de Carolinas
En el año 1858 se produjo la ansiada autorización del derribo de las murallas. A partir de entonces, se creó una abundante reglamentación en materia urbanística, que planificó los terrenos del ensanche proyectado por el Ayuntamiento, lógica consecuencia del hacinamiento existente en los barrios históricos y antiguos arrabales. Fue a finales del siglo XIX cuando se construyeron las primeras casas al norte de la ciudad, dependientes de la Fábrica de Tabacos (Carolinas Bajas). Contribuyó a ello el auge demográfico que Alicante había experimentado tras convertirse en el puerto principal del comercio del vino con Francia tras sufrir sus cepas la plaga de la filoxera. El periodista Virgilio Miralles, en el diario Información (10 de febrero de 1957), nos cuenta que: «A partir del Hospital Civil antiguo, donde hoy se encuentra la iglesia de la Misericordia, comenzó, casa a casa, a formarse la calle Valencia, y luego, la placita Castellón. Los edificios eran de planta baja, generalmente construidos por sus propios pobladores». Con el paso del tiempo, este primer embrión daría forma a un barrio modesto de clase trabajadora, Carolinas Bajas, que más tarde se vertebraría en dos: Carolinas Bajas y Carolinas Altas, a partir de la calle Jaime Segarra.
(Fuente: Diario ABC, Comunidad Valenciana)
La historia de Carolinas Altas comienza con el Proyecto de Ensanche de 1886 (modificado en 1892), que permitió la apertura de la primera arteria situada en él, la calle Sol (actualmente Carlos Arniches) con viviendas humildes de planta baja (algunas con huerto propio). De ellas, apenas queda evidencia en la actualidad. En cuanto al nombre del barrio, que ya comentamos en otra ocasión, alude a las islas Carolinas, un grupo desperdigado de islas del Pacífico occidental, a las que recordaba la disposición de sus casas; aunque otros estudiosos apunten que la elección del topónimo se debió a su lejanía respecto al centro de la ciudad. La población de Alicante rondaba los 40.000 habitantes (39.639, según el censo de 1887).
Parroquia de San José – Instituto Social Obrero – cine I.S.O.
La existencia del cine I.S.O. está ligada a la iglesia San José de Carolinas y al Instituto Social Obrero, al haber nacido bajo su amparo. Conveniente se hace, por tanto, esclarecer las circunstancias que rodearon su creación. Como la mayoría de los habitantes de la parte alta del barrio eran cristianos, acudían a la capilla de la escuela del Ave María, situada en la calle Sol y Ortega (actual Jaime Segarra y Gral. Elizaizin) desde 1918 (donde ahora se encuentra el colegio Manjón-Cervantes) para participar en los ritos habituales. Tras una tentativa frustrada por la explosión de un almacén pirotécnico situado en la misma calle (1934), la aspiración de contar con una parroquia propia se demoraría en el tiempo. Las instalaciones de la mencionada escuela paliaron la situación hasta que fueron pasto de las llamas, al igual que otros templos y escuelas de la ciudad, aquel trágico 11 de mayo de 1931, a manos de grupos de exaltados. La misma suerte corrió el templo más cercano, Nuestra Señora de la Misericordia, del barrio de San Antón. Fue la capilla del Grupo Escolar Carolinas Altas (hoy, Colegio Público Nou d’octubre), obra del arquitecto Juan Vidal Ramos (1932), la que solventó la situación. Alicante superaba los 70.000 habitantes (73.071, censo de 1930). Como el barrio continuaba expandiéndose, se hacía cada vez más urgente construir una iglesia. Se creó una junta para promover la iniciativa y reunir el largo medio millón de pesetas que costaba el proyecto. Los vecinos se implicaron directamente en la recaudación; incluso, en su construcción. El solar destinado para tal fin estaba situado entre las calles Plus Ultra y Garbinet. El 30 de octubre de 1944 se colocó la primera piedra. Las obras culminaron en 1946. El resultado fue la iglesia que todos conocemos, con fachada a la calle Monforte del Cid, obra del arquitecto ilicitano Antonio Serrano Peral. La población de Alicante rondaba entonces los 100.000 habitantes (96.729, censo de 1940). La prensa del momento dio fe de los actos que iban a celebrarse en torno a su inauguración; entre los que cabe destacar la bendición del templo (17 de marzo), y una misa pontifical seguida de la procesión en honor a San José, titular de la parroquia y patrón de los obreros (19 de marzo).
(Archivo Municipal de Alicante)
Gracias a la incansable labor del sacerdote Alejo García, primer párroco de la iglesia de San José, se abrió junto a ella un centro de estudios: el Instituto Social Obrero (I.S.O.), inaugurado el 19 de marzo día de San José de 1948, que impartiría clases para niños pequeños en horario escolar, y nocturnas para adultos (mayores de 14 años) con secciones de alfabetización, cultura general y especialidades de mecánica, electricidad, delineación, contabilidad, música y declamación. Así lo anunciaba la prensa local en 1949. El ISO se financiaba a través de donativos ofrecidos por particulares, empresas e instituciones públicas, no solo de Alicante sino de toda la provincia (Ayuntamientos), a los que hay que añadir la ayuda económica del gobernador civil.
(Archivo Municipal de Alicante)
Al margen de su función educativa, social y pastoral propias de un centro diocesano de enseñanza, no limitaba su labor a lo estrictamente académico, puesto que organizaba actividades de tipo cultural y recreativo, tales como teatro, charlas, conferencias, cine, etc., con la participación del personal docente. El Instituto Social Obrero tenía grupo de teatro y dos corales, una masculina y otra femenina, que utilizaban el salón de actos adjunto a la parroquia, entre las calles Monforte del Cid y Garbinet, para ensayar y ofrecer sus actuaciones, por lo general, de carácter benéfico. Estas actividades ofrecían una alternativa de ocio, a juicio de sus organizadores, muy saludable, pues apartaban a los obreros de los peligros de la calle y, aunque el cine tuviera sus detractores, conducido con la debida cautela podía servir para reforzar los valores cristianos en una España donde la patria y la religión eran los pilares fundamentales sobre los que se sustentaba la sociedad. Las películas religiosas, de guerra, humor, policiacas o del oeste eran una apuesta segura la mayoría de los casos. Durante el franquismo, la Iglesia orientaba a sus feligreses sobre la conveniencia moral de ver determinadas películas. Recordemos aquellas fichas calificatorias (escala del 1, todos los públicos, al 4, gravemente peligrosa), que eran expuestas en los tablones o en el interior de pequeñas vitrinas que había en la puerta de los templos. Todas las películas pasaban por las tijeras del censor. El grito de la chiquillería en señal de protesta cuando se cortaban los besos ha quedado grabado en mi memoria. Añado una anécdota que viene a colación de lo expuesto. Corresponde al día que mi padre fue a ver “Gilda”, acompañado de mis dos tías. Entraron y salieron de la sala con la luz apagada y ocuparon la última fila para que nadie se percatara de su presencia porque, si mi abuela se enteraba de que habían ido a verla (pues la película era escandalosa para la mentalidad de la época), podría haberse armado una gorda. Corría el año 1948. Eran otros tiempos. El instituto Social Obrero adquirió un proyector sonoro de películas en 1949, y el salón de actos del centro se convirtió de inmediato en la sala de cine I.S.O. los fines de semana y días festivos. Una elección acertada utilizar las siglas del instituto como nombre del cine; pues era breve, sonaba bien y los vecinos del barrio sabían dónde se encontraba.
La sala, de una sola planta rectangular, y sin pendiente, tenía espaciosos ventanales en la pared que daba a una de las fachadas del edificio (calle Monforte del Cid), debidamente cubiertos para evitar el paso de la luz, y sobre las que inicialmente debieron de pender cortinas a juego con las de la puerta de entrada y el escenario.
El patio de butacas estaba dividido en dos filas con asientos de madera (12 por fila) a las que se accedía por un pasillo central y dos laterales. Aunque no podamos determinar su capacidad con exactitud, podría estar comprendida –entre las 150 y 200 plazas (cálculo resultante de multiplicar 30 o 40 alumnos por los cinco cursos de Primaria que iban desde Primero hasta Ingreso). Mucho mayor, si tomamos como referencia la longitud de la fachada lateral. La pantalla se ajustaba al tamaño de la embocadura del pequeño escenario, debidamente enmarcado, situado a menos de dos metros del suelo. La iluminación, procedía del techo.
El sacerdote Efrén García sustituyó a Alejo García al frente del instituto. Llegaron a impartirse tres ramas: Metal, Electricidad y Carpintería. En 1958, la escuela se convirtió en centro no oficial autorizado de Formación Profesional Industrial, dependiente de la jerarquía eclesiástica; y, en 1964, se solicitó el reconocimiento de un taller de Ajuste-matricería.
Los tiempos fueron cambiando y la labor social desempeñada por el centro en materia profesional se fue apagando hasta extinguirse. El Instituto Social Obrero se transformó en la escuela diocesana San José de Carolinas de Primaria y Secundaria de enseñanza libre (Bachillerato elemental), como filial n.º 1 del Instituto Jorge Juan, lo que exigió una modificación progresiva de sus instalaciones, que obligaron a prescindir del salón de actos para dar cabida a nuevas aulas a finales de los años 60. Y, con ello, las puertas del cine I.S.O. se cerraron para siempre.
Programas de mano del cine I.S.O.
La escasa información que tenemos de las películas exhibidas en el cine I.S.O. proviene de los programas de mano que he logrado reunir; ya que su programación no se anunciaba en la prensa local (Exceptuando solo una ocasión el sábado 21 de enero de 1950 en el diario Información de Alicante aparece la cartelera con la película “La canción de Bernadette”). Recordemos que eran las empresas distribuidoras y los propietarios de las salas cinematográficas quienes financiaban este tipo de publicidad con la finalidad de promocionar las películas que iban a proyectarse. La repartían los porteros en el momento de la entrada o en el de salida de cada sesión. No descartamos que, en este caso, su distribución también se realizara en los cursos nocturnos y, más tarde, en los talleres profesionales del Instituto; incluso, en los comercios. Esta práctica, surgida a finales de los años 20, alcanzó su máxima popularidad en la década de los 40 y de los 50; aunque llegó a extenderse hasta los años 70. Era necesaria su distribución si lo que se pretendía era atraer la asistencia del vecindario. Sabemos que era el Instituto Social Obrero quien se encargaba de imprimirlos, pues contaba con imprenta propia desde 1948. Los programas destacan que los precios eran populares, condición que podía cumplirse debido al bajo coste del alquiler de las películas, ya estrenadas en temporadas anteriores. Una oferta bien recibida en una barriada de gente trabajadora. No consta en ellos ninguna información relativa a la edad, por lo que cabe pensar que se trataba de películas “blancas”, aptas para todos los públicos. La programación solía ser doble en sesión continua, salvo cuando se contrataba algún largometraje. Sirva de ejemplo La Canción de Bernardette, una película del año 1943, proyectada en 1950.
El programa más antiguo del que tenemos constancia, que debió ser uno de los primeros, data del año de su apertura, 1949. En él, se destaca el modelo del proyector con letras mayúsculas «MAGNÍFICA MÁQUINA SONORA, MODELO 1949»; por lo tanto, de primera mano; lo que aseguraba la calidad de la proyección. Curioso es destacar que no se indica el horario de las sesiones, lo que nos lleva a pensar que el público asistente era muy allegado y lo conocía a través de la parroquia o el instituto.
Si bien, en los programas anteriores, se hace constar el año, el mes y el día; en los que mostramos a continuación, solo aparece el día. Por consiguiente, no podemos establecer su fecha con exactitud. Sí contienen el horario de las sesiones, más tempranas en los meses de invierno. La tipografía utilizada nos hace sospechar que pertenecen al mismo año o a años próximos. Como las películas exhibidas se estrenaron es España en los años 40; por proximidad, cabe situarlos en los 50. Tras consultar los calendarios más cercanos, contienen las tres fechas los correspondientes a 1953 (enero, septiembre y diciembre), 1955 (febrero, marzo y noviembre), 1958 (abril, mayo y julio) y 1959 (enero, septiembre y diciembre). Si descartamos los meses de verano, en el que probablemente el cine permanecería cerrado por vacaciones del centro escolar, sin olvidar el calor que podría hacer en una sala no refrigerada; y, los más alejados en el tiempo, nos quedan dos años, 1953 y 1955; pero, insisto, solo se trata de una suposición.
Deseo expresar mi gratitud al amigo Juan Antonio Méndez por la información recibida; a Jaime Crespo por compartir la investigación de nuestros queridos Cines, a Francisco Huertas, por su interesante programa de mano y, cómo no, a mi prima, Ana Pérez, por sus oportunas orientaciones. Vayan mi reconocimiento y admiración a los autores cuyos escritos me han permitido situar el contenido de este trabajo en el contexto adecuado y tratar, con mayor lujo de detalles, esta primera aproximación al estudio del cine I.S.O. de Carolinas, el barrio de mi juventud. El artículo queda abierto a nuevos testimonios y en espera de otras fuentes gráficas y documentales que acrediten y completen su singladura.
Lorenzo Guardiola
FUENTES CONSULTADAS:
Abella, R. Anécdotas para después de una guerra. Barcelona: Planeta, 2002.
Asociación de Vecinos Carolinas Altas-Bola de Oro. Historia Gráfica Carolinas. Alicante: AVCA-BdO, 2008.
Campello Querada, Alfredo. Los nombres de las calles de Alicante. Barrio de Las Carolinas. Alicante: Temporae, 2018.
Cañestro Donoso, A., Clares Gómez, C. y García Blay, V. La Iglesia de San José de Carolinas. Arquitectura, devoción y arte de Alicante. Alicante: Parroquia San José de Carolinas, 2013.
Colegio diocesano San José de Carolinas de Alicante”, página web: http://colegiosdiocesanosoa.com/carolinas/
Diarios Información y ABC.
Martialay, Félix. Francisco. El cine español durante el franquismo. Madrid: El sastre de los libros, 2017.
Martínez López, Manuel. Los barrios de Alicante. Alicante: Club Universitario, 2011), 117-118.
Moratinos Iglesias, J. Historia de la Educación en Alicante desde el siglo XVIII hasta comienzos del siglo XX. Alicante: CAPA, 1986.
Moreno Seco, Mónica. “La Diócesis Orihuela-Alicante en el franquismo: 1935-1975”. Tesis doctoral, Universidad de Alicante, 1997.
Sampedro Forner, Francisco. La Enseñanza en Alicante desde finales del siglo XIX hasta la Transición democrática. Revista Canelobre. Alicante: Instituto Alicantino de Cultura (Diputación Alicante), 2009.
Crespo Giner, Jaime. Inauguración del cine I.S.O. Facebook.
ANEXO
LOS CINES DE CAROLINAS
El barrio de las Carolinas Altas fue crecido en extensión y número de habitantes en la primera mitad del siglo XX debido, en gran medida, a la instalación de pequeñas empresas en torno a la calle Garbinet y sus aledaños (una fábrica de sacos, otra de hielo, almacenes de licor y de cerveza o la envasadora de tomates Bomy; actualmente, Polideportivo Municipal Carolinas), así como la apertura de numerosos negocios para abastecer las necesidades de sus gentes. Por esta razón, estaba necesitado de lugares de ocio. Ya existió un teatro en lo que en la actualidad es la plaza del Sol (1912), incluso una plaza de toros desmontable.
En la segunda mitad del siglo, llegaron: la terraza de verano Niágara (1955-1963), que corresponde actualmente en los inmuebles números 9 y 11 de la calle San Mateo, esquina a la calle Dato Iradier, y el Terraza (1957-1965), en Maestro Alonso, números 37 y 39, una tienda de deportes en el presente. A estas salas, hay que sumar el cine del Instituto Social Obrero, I.S.O., surgida con anterioridad (1949-finales de los 60).
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